miércoles, junio 16, 2004
Unos 6 meses antes de ahogarse durante una de las convulsiones que le daban desde niño -un ladrillo que cayó sobre su cabeza le provocó una fisura en la parte alta del cráneo-, Lalo le contó a Esteban su "sueño": esa noche llegó y, como siempre, se cambió de ropa y se acostó boca arriba en el catre que siempre estaba bajo la escalera. Minutos después sintió algo muy raro, como si lo estuvieran levantando del catre, pero no se podía mover. De pronto se dio cuenta de que él mismo se estaba viendo flotar unos centímetros sobre el colchón, muy quieto.
Entonces miró hacia la puerta de la casa y vio a una mujer de vestido y velo negros, que se acercaba a él. Un ruido en la escalera lo hizo voltear: era su hermano Joaquín que iba bajando de la planta alta y que, inmóvil, veía a la señora acercándose a Lalo.
La mujer llegó al pie del catre y, sin tocarlo, puso la mano derecha sobre el vientre del hombre. Con la palma abierta, dibujó un lento círculo en el aire con el que giró 180 grados al cuerpo flotante de Lalo. En un ademán de presión, la mujer lo hizo bajar lentamente hasta dejarlo otra vez sobre el catre, pero con los pies donde minutos antes estaba su cabeza. Y se desvaneció.
Lalo abrió los ojos de inmediato, se incorporó y se encontró en la posición contraria a la que se había acostado. En la escalera, Joaquín seguía inmóvil, mudo, perturbado.
c c |9:42 a.m.
Mimi y Ricardo llegaron a Baltimore como ilegales con sus hijos Ricardo y Lucero. Poco después se les unió María Andrea, hermana de Ricardo, y sus pequeños Alexis y Montserrat. Todos compartían un mismo departamento.
El 27 de mayo, cuando Mimi, Ricardo y María Andrea volvieron a casa, encontraron esta escena: Alexis, que tenía 10 años, había sido decapitado, mientras Ricardo y Lucero, de 9 y 8 años, tenían heridas mortales en el cuello. Montserrat, de 2, sobrevivió al ataque realizado con un cuchillo de carnicero de 25 centímetros. La policía gringa investiga al primo y al tío de los niños, de 17 y 22 años, como presuntos sospechosos, aunque se dice que el crimen fue una expresión de racismo.
Los cuerpecitos fueron traídos a México, a Tenenexpan, Veracruz, donde fueron sepultados el lunes pasado.
"¡Me vas a matar. Ay, Dios mío. ¡Y no sé por qué!", gritaba Mimi.
"¡No hijo, no, así no! ¿Por qué mamá?", gritaba María Andrea.
Mientras sus pequeños desaparecían entre tierra.
c c |9:13 a.m.
miércoles, junio 09, 2004
El hermano de un secuestrado habla para un reportaje de TV nocturna: primero, lo clásico, la llamada para pedirle una fuerte cantidad si quería volver a ver a su hermano con vida; luego de un mes no tenía el monto completo, así que le pidieron que fuera a una gasolinería, que entrara al baño de hombres y buscara "un recado" debajo del lavabo. Encontró uno de los dedos de su hermano en un sobre.
Días después reunió el resto del rescate y lo entregó siguiendo las instrucciones que le dieron por teléfono. Pasaron ya 4 meses y nunca le devolvieron a su hermano, ni le dijeron dónde estaba, ni volvieron a llamar, "no sabemos ni siquiera dónde quedó".
c c |8:18 a.m.
lunes, junio 07, 2004
Lila cuenta en una entrevista dominical cómo dejó de huirle al canto y por fin decidió entregarse a él. Trabajaba en una refaccionaria vendiendo bujías, bandas y carburadores en Tlaxiaco, el pueblo de Oaxaca donde nació. Y como en Tlaxiaco los hombres generalmente se van a Estados Unidos a trabajar, cuando llegaban a la refaccionaria le contaban sus historias de cómo habían cruzado la frontera, cómo los habían deportado y los regresaban en avión, muertos de miedo, y cómo los habían tratado los gringos del "otro lado".
Un día llegó un señor muy triste, con un papel en la mano. Fue a pedirle a Lila, porque sabía que hablaba inglés, que le tradujera el certificado de defunción de su hijo que le acababan de entregar, porque lo único que quería era saber cómo había muerto: ahogado al cruzar el Bravo.
Dice Lila que entonces se dio cuenta de que esas eran las historias que quería contar. Y no podía tejer tan bien como las mujeres triquis, pero sí podía cantar.
c c |10:37 a.m.
Ulises llegó a casa y encontró a Goya ensangrentada, quejándose, con una perforación en el pechito y varios golpes en la carita. Su condición de maltés, pequeño y escurridizo, le ayudó a librar los ataques de la Loba que, por su naturaleza de perro de mayor estatura, no tolera demasiado a sus congéneres chiquitos, nerviosos y llorones como Goya.
Afortunadamente, todo fue más aparatoso que grave. Pero desde el viernes Goya mira a Loba todo el tiempo con un rencor que pensé privativo de los humanos, sobre todo después de 3 días de haber arreglado sus diferencias especistas salpicando sangre en los muebles y en el piso.
Cuando le platico a Gualus me cuenta la historia de Lucy y la gatita favorita de su hermana. No era la primera vez que se quedaban solos en su casa la gatita, ya viejecita, y el perro de Lucy -que, por la cara de Gualus durante el relato, asumo que era grande-; pero cuando Lucy llegó encontró sangre por todos lados y siguió las huellas hasta encontrar el cadáver de la gatita prácticamente destrozado. Como pudo, recogió y limpió todos los restos, esparcidos por las paredes, los muebles, el piso, antes de que la hermana llegara. Pero cuando la gatita no fue a recibirla como todos los días, de inmediato supo que algo le había pasado. Y se lo confirmó una mancha de sangre que Lucy no pudo borrar del sillón.
Cuando le explicaron todo, la hermana se encerró en su cuarto un par de días, sin hablar, sin salir, sin comer. Encerrada nomás.
c c |10:07 a.m.
lunes, mayo 17, 2004
Esta semana serán 2 años de que Paloma ya no se mete en la cama de mis papás. Margarita iba a la clínica a darle de comer todos los días y pasaba ahí la tarde, acompañándola. Murió el martes que nos dijeron que podíamos llevarla a casa. Le habíamos comprado una cama bajita para que no hiciera esfuerzo alguno después de la operación y Margarita le había hecho un colchoncito para que estuviera calientita. Y estaba tan fría sobre la plancha fría.
En lugar de llevarla a casa la acompañamos al crematorio. Margarita tiene la cajita junto a su cama, en un altarcito con su foto. Dice que Paloma se dejó morir porque sintió que la abandonamos, que no merecía morir así, tan fría y tan sola, y mejor no habla de Paloma porque todavía se le quiebra la voz y los ojos se le rosan.
Poco después de ese martes de mayo, despertó llorando porque Paloma había ido a despedirse. En la madrugada sintió las patitas subiendo a la cama, acurrucándose donde ya sabían y Margarita le dijo "mi niña", como siempre. Y sigue convencida de que Paloma va a regresar, que se la topará en la calle y la reconocerá por la mirada. Y entonces le podrá decir que no la abandonó, que la ama, que la esperaba, que tardó mucho y, ahora sí, la llevara a casa.
c c |10:23 a.m.
Paty me cuenta que cuando era niña tenía un pollito de esos que le regalan a uno en los tianguis a la menor provocación, y que siempre se mueren así, chiquititos. Cuando se le murió, no aguantó la curiosidad por saber qué tenía adentro, así que tomó su patín del diablo y se lo pasó por encima varias veces, de ida y vuelta, hasta que se dio por enterada de que el pollito tenía tripas, sangre y organitos chiquititos adentro.
Me recordó la infancia, cuando quise dormir con mi pollito la primera noche, y por la mañana lo encontré sobre la almohada, el cuellito flácido y los parpaditos secos. Lo imagino abriendo el piquito desesperado, buscando una bocanada de aire, como el pajarito herido de la primera escena de Japón, cuando Ferretis le corta la cabeza con los dedos y el piquito abre y cierra en la tierra seca.
Y el fin de semana la chica en la pollería del barrio que deja el cadáver entero recostado sobre el mostrador, mientras separa las cabezas, los cuellos, los picos y las crestas con tijeras. Los piquitos brincotean y ella se limpia las manos ensangrentadas en el trapo húmedo y rojizo.
c c |9:08 a.m.
miércoles, mayo 12, 2004
Lucy, especialista en ángeles, sostiene que la oración es siempre necesaria para las ánimas, pues les guía por donde les toque transitar. Cuenta en uno de sus libros que tiene una lista de personas muertas por las que reza todas las noches, que fue aumentando de manera casi automática, en una especie de trance que le dictaba nombres incluso desconocidos.
Una noche soñó con un niño al que no conocía que le pidió lo anotara, porque necesitaba oraciones. Lucy se levantó en la madrugada a escribir el nombre que el niño le repetía mientras ella tomaba la pluma y el papel aún en estado de vigilia.
Un día perdió la lista, que tenía bajo una veladora, y la rehizo. Días después soñó con el marido muerto de una amiga, que le pedía que lo anotara de nuevo porque lo había olvidado en la nueva. Y otra vez Lucy, levantándose en vigilia, de madrugada, para escribir el nombre omitido.
c c |8:40 a.m.
Constantino vendía tamales afuera de los hospitales de Morelia. Hace unas semanas fue aprehendido cuando la policía encontró en su casa el cuerpo de Rigoberto, de oficio vendedor, completamente descuartizado, cociéndose en ollas con condimentos vegetales al fuego lento de la estufa. Trozos de piernas, brazos, manos y glúteos en dos ollas grandes; órganos, tejidos y parte de los huesos eran devorados por un par de perros; la cabeza y el tronco, intactos. A un lado, las vasijas con masa lista para tamales, cubetas con salsa y atole y unos 80 tamales ya preparados.
Parte del interrogatorio:
-¿Qué fue lo que hizo?
-Maté a una persona.
-¿Cómo?
-A golpes y a puñaladas.
-¿Qué fue lo que pasó?
-Se estaba burlando de mí y me dio unas cachetadas... después lo golpee y lo maté con un cuchillo.
-¿Por qué lo destazó?
-Para dárselo a los perros y a las ratas... tenía yo miedo.
-¿De qué son sus tamales?
-De pollo.
-¿Nada más?
-Sí.
-¿No iba a hacer tamales con la carne humana?
-No.
-¿De qué hace usted los tamales?
-Pollo. Mi hijo prepara la masa y mi mujer y yo los hacemos.
c c |8:25 a.m.
viernes, abril 16, 2004
c c |12:27 p.m.
A Pirata le reventaron un ojito y se lo retiraron por completo, pues le quedó inservible. Es macho cruza de French con Maltés y tiene un año masomenos. Lo rescataron en Monterrey y tiene poco tiempo para encontrar hogar antes de que lo duerman.
Flora Terán: 83 78 48 68 cel 044 818 495 83 55 e-mail florateran@hotmail.com
c c |12:07 p.m.
Hoy por la mañana Lucky llegó a mi casa, me lo entregaron para sacrificarlo por estar ciego desde hace un año. Tiene 3 años de edad y por su problema se convirtió en una carga para su anterior dueña, la cual se fue de vacaciones y le dejó encargado a un familiar que buscara quien lo pudiera sacrificar, pero que no les costara porque un veterinario les cobraba $300.00 pesos, así que acudieron a Prodan (...) Lucky entra en los casos que no hay un responsable porque el que lo era, por no batallar más, prefiere al regreso de sus vacaciones decir a sus hijos que amaneció muerto y que ya se fue al cielo.
Es muy difícil para mi esposo y para mí tomar día a día este tipo de decisiones y ésta es otra de las ocasiones que preferimos tener más trabajo albergando un perro más en nuestro hogar (...) Les comento que es un perrito muy inteligente, de hecho está en la cochera con mis perras que lo recibieron de maravilla y anda como si nada. Sólo una ocasión requirió para tantear el terreno y no crean que se anda dando de golpes, lo sacamos apasear con correa y ni te das cuenta que está ciego por que camina a tu lado excelentemente bien.
Así que si saben de alguien que quiera un perrito para compañía Lucky es el indicado, no se arrepentirá quien lo adopte.
María Isabel Smith de Elizondo
Tel 83 84 56 43 Cel 044 818 760 68 30
c c |11:28 a.m.
martes, abril 06, 2004
El pequeño nació con abril, a las 17:20 en Puebla. Es un niño dentro de otro: tiene dos columnas vertebrales, dos juegos de costillas entrelazados, el cuerpo ancho, dos cabezas, dos piernas y dos brazos con un tipo de sangre diferente en cada uno. No se sabe si vivirá, pues tiene problemas de metabolismo y aire en los pulmones. Es el hijo de una mujer de 35 años que antes tuvo 2 niños perfectamente normales.
c c |10:11 a.m.
martes, marzo 30, 2004
Antes de pedir otra ronda de cervezas, Carlos comete el error de contarnos sobre su abuela a la que le amputaron una pierna a causa de la diabetes. Cuando nos dice que sus tíos tienen una joyería donde guardan la pierna amputada, le preguntamos si la usan para medir los anillos de los pies o las pulseras al tobillo. Desternillamos de risa y Carlos se persigna y pide perdón a lapiernamputadadelabuelaqueyastánelcielo.
Aclara que lo que tienen sus tíos en la joyería es la urna con las cenizas de la pierna, porque no saben qué hacer con ellas... "y están esperando completar el juego", decimos malintencionados. A Efrén se le ocurre que el abuelo de Carlos, ya finado, está abrazado a la pierna esperando a que suba lo demás, quejándose de la pésima trasmisión de datos, porque todo le va llegando en partes. Y Carlos se sigue persignando y pidiéndole perdón a la pierna-abuela.
c c |11:03 a.m.
El periodista Roberto Javier Mora, director del diario El Mañana de Nuevo Laredo, llegaba la madrugada del pasado 20 de marzo a su casa. Bajó de su auto y una persona se le acercó con una navaja de doble hoja, de unos 12 centímetros de largo con la que le asestó 13 puñaladas por delante y 13 por detrás. Una de ellas prácticamente le partió el corazón por la mitad. Tenía 44 años.
c c |11:01 a.m.
jueves, marzo 25, 2004
Mi e-mail va con el fin de dar las gracias a todas aquellas personas que aportan su dinero con el fin de comprar tranquilizantes y anestesicos para las eutanasias de los antirrabicos y las de la calle.
No se imaginan lo importante que esto es, por ejemplo hoy por la noche nos reportaron a un perrito que empujaron al arroyo del Topo Chico mi esposo y yo no pudimos esperar hasta mañana para ir a rescatarlo, el rescate se llevo a cabo gracias a 3 personas que nos ayudaron a sacarlo del arroyo fue en a la altura de la Iglesia Del Espiritu Santo en la Colonia Anahuac.
No encontrabamos por donde bajar y la bajada era como de 15 metros gracias a que andaba gente de servicios primarios haciendo limpieza en esa calle tuvimos la ayuda necesaria, lo dificil era subir al perrito por que estaba grande, lo bueno es que hicimos un buen equipo con ellos bajamos a tranquilizar y anestesiar al perrito y ellos nos lo sacaron del arroyo.
Lamentablemente el perrito estaba muy mal tenía varias fracturas y hemorragía interna lo mejor fue dormirlo. Sin sus aportaciones para los anestesicos esto no sería posible imaginen al perrito agonizar días en el arroyo si es que la corriente no subia con las lluvias y lo arrastraba, este es solo un ejemplo de los reportes que recibimos a diario por favor no dejen de dar sus donativos para esta causa mil gracias.
Atte: Isabel Smith de Elizondo.
Prodefensa Animal A.C.
Plutarco Elias Calles # 307,
Col. Tampiquito,
Garza García N.L., México
Oficina 84 78 05 66 Albergue 82 66 05 13
c c |12:18 p.m.
Anoche Facundo entrevista a dos ladrones de autos y transeúntes. Las espaldas hacia la cámara, las caras cubiertas con la ropa y las voces distorsionadas. Palabras más, palabras menos:
=Si me asaltan y me pongo buena onda, ¿me dejan ir?
-Sí, claro.
=¿Y si les pido que me dejen el celular o mi computadora para mis cosas o mi trabajo?
-Noo, pues ¿qué pasó?
=¿Ni para el camión?
-¡Pcht! Que se vayan como puedan.
=¿Le han disparado a alguien?
-Síiii.
=¿Han matado a alguien?
-No, nomás lesionamos... Claro que si se murieron después pues no es mi bronca.
=¿Se persignan antes de hacer su primer asalto del día?
-Claro. Es un trabajo... Ellos van al suyo y yo estoy haciendo el mío.
=¿Es fácil su trabajo en este país?
-Pos sí, la gente no va a denunciar por miedo y nos llevan al bote pero como no hay quien denuncie, salimos luego luego.
-Además, si vas con dinero es facilito. Le das una lana a los custodios para que te laven la ropa, la celda y para que no te hagan bajar a pasar lista, y te la pasas tirado ahí echando la hueva.
=¿Cómo en un hotel?
-Andale.
Y esta mañana Hugo llegó con ojeras. Me cuenta que anoche, camino a su casa, se detuvo en un alto. Justo al auto de enfrente, un Stratus nuevo, se acercó un tipo con un arma y apuntó a la cabeza de la conductora. Le pidió que abriera la puerta y le diera la bolsa, el celular y la carátula del estéreo. Hugo temblaba en su Golf. Después, el tipo guardó el arma y caminó muy campante entre los autos, con la bolsa, el celular, el estéreo y la pistola.
Hugo está todavía choqueado, siente mucho cansancio y ya está buscando nueva ruta para volver por las noches a su casa.
c c |12:08 p.m.
El bombero subió al cuarto piso de un edificio en la colonia Del Valle que se quemaba, para rescatar a un par de gatitas que estaban atrapadas. Sujetó a la primera, pero al extender el brazo para atrapar a la segunda, la gatita saltó por el balcón. Se quedó quieta mucho tiempo, sangrando por su hociquito, mientras los vecinos la miraban, hasta que llegó un joven que la puso en una jaula y la llevó al veterinario. Se hirió la quijada.
"Tiene las pupilas dilatadas, eso indica que todavía está espantada, e incluso sigue oliendo a humo, es probable que imagine que aún sigue en el lugar del incendio. Es casi un milagro que se haya salvado", aseguró el veterinario Ortiz a Reforma.
c c |11:22 a.m.
Alejandrina tenía 35 años y una hija de 16, Carmen. Alejandrina denunció a su pareja, Miguel Angel, porque la maltrataba y la amenazaba. Alejandrina regresaba a su casa con Carmen después de hacer ejercicio cuando se topó con Miguel Angel, quien intentaba regalarle 6 rosas blancas para reconciliarse. Alejandrina tomó las flores y las arrojó en medio de la calle, en la colonia Jalalpa. Alejandrina cayó muerta a causa del disparo que Miguel Angel le dio a quemarropa en la cabeza con un arma .38. Carmen intentó defender a su mamá, pero él le disparó al tórax. Miguel Angel se dio un tiro por la boca mientras Carmen se convulsionaba.
c c |11:05 a.m.
viernes, marzo 19, 2004
Minerva encontró en la recámara de su mamá unas bolitas moradas, parecidas a los dulces de moritas. Tomó un tanto y lo llevó a su escuela, en Pachuca. Compartió los dulces con su amiga Esmeralda, que tenía los mismos 7 años que ella. Minerva se intoxicó severamente, pero Esmeralda murió poco después de ingresar al hospital, víctima del veneno para hormigas que comió pensando que eran moritas.
c c |11:14 a.m.
miércoles, marzo 17, 2004
Una camioneta de valores se estacionó en el carril de contraflujo del trolebús, en la colonia Santa Anita. El conductor del trole trata de esquivarla y choca de frente con un VW Golf que era conducido por un hombre de 40 años. Más de una hora tardaron los bomberos en liberar el cadáver de Ricardo, prensado como estaba entre el frente de su auto y el del trolebús.
c c |9:18 a.m.
Irene fabrica muñecas de tela para ayudarle a su esposo Luis Rafael, que es epiléptico y trabaja como cómico y payaso. Hace unos años le diagnosticaron cataratas a Irene. Llevaba 2 operaciones en el Hospital de la Luz. El lunes pasado la pareja fue al banco a retirar sus ahorros, 17 mil pesos con los que pagarían su tercera operación. Tomaron un taxi y al llegar a su casa, un auto rojo se detuvo detrás de ellos. Un hombre descendió, se acercó a Luis Rafael, le quitó el dinero y le disparó cuatro veces en la pierna con una 9 milímetros, lo golpeó en la cabeza y lo dejó ahí, herido e inconsciente.
c c |9:11 a.m.
lunes, marzo 15, 2004
Ayer estuve con Camila por la tarde. Se la pasa brincoteando, besuqueando, corriendo, exigiendo caricias. Levanta las orejotas cuando escucha y es el doble de tamaño que cuando la entregamos. Apenas Marina abre la puerta y ahí va Camila al patio con ágiles zancadas, toda feliz, toda llena de vida, tan loca, tan linda. Marina ahora tiene que buscar nuevo departamento porque no le rentarán más el que ocupa en la Narvarte, y no ha encontrado uno todavía donde la acepten con Camila.
c c |8:58 a.m.
miércoles, marzo 03, 2004
Un albergue en Monterrey informa en su reporte mensual:
"A continuación les presento las fotos de un perrito que nos sorprendió por su valor y sus ganas de vivir, llevaba dos meses atropellado, con sus patas traseras desechas, sin embargo se arrastraba por las calles e incluso corría, su rehabilitación no hubiera sido completa, así que se tomó la decisión de dormirlo, al menos para no arriesgarlo a más sufrimiento".
c c |2:13 p.m.
En el microbus esta mañana, una chica muy delgadita, el cabello ralito sujeto en una cola, le cuenta sonriendo a dos señoras que acaba de conocer: que es temprano todavía para ella, que va a La Raza a una "quimio", que es de un pueblo muy cercano a Tepic, en Nayarit. Comenzó a tener problemas para respirar y una agitación constante al hablar, así que un médico de Tepic le realizó varios análisis, pero no supo qué tenía. Su tía, que vive acá, le sugirió que viniera a revisarse a la capital. La chica tiene 22 años, un marido y una hija pequeñita. La tía la llevó al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, donde la atendieron muy bien y le hicieron varios estudios más. Del INER la mandaron a La Raza, porque lo que tenía no se lo podían tratar ahí: aloja un tumor del tamaño de un rollo de papel higiénico en medio de los senos, en el esternón, que le oprime los pulmones. Un mes más y usted hubiera llegado completamente invadida de cáncer, le dijo el doctor. Y sonríe de vez en cuando mientras sigue el relato. Que confía en Dios, que le dé fuerza, que su niña, que lleva 8 de 12 quimioterapias, que cada vez le inyectan 5 frascos con líquidos rojos y blancos de unos 15 centímetros de alto, que después siguen las radioterapias, y se acaricia la mano izquierda, donde le ponen el suero, porque le duele. Y se sonríe con las señoras.
Y me deja pensando en que ya debe ser un año de que la mamá de L murió llena por completo de cáncer. Primero, los senos, que le extirparon. Luego la quimioterapia que le provocaba vómitos, depresiones y terminó con su cabello. Y cuando creyeron que al fin había cedido, se golpea, se rompe la cadera y se dan cuenta de que está calada hasta los huesos. La última vez que la operaron, L tuvo que conseguir, por enésima vez, donadores de sangre. Esa mañana, mientras esperábamos mi turno en el hospital de urgencias, L me contó que su mamá estaba másomenos, que estaba sumamente hinchada por los químicos, que tenía la herida de la operación en el tórax y que L, con todo y lo terrible que es la sangre para ella, la limpiaba todos los días a punto del desmayo. Y su mamá llorando del dolor y L también. Y su mamá intenta abrazarla y los brazos hinchados no le dan, no puede ni rodearla. Y L se me suelta a llorar en medio de la sala de espera, y lloramos.
Su mamá era lo único que L tenía, creo que a su papá ni lo conoció. Y L estaba tan descansada en el sepelio, tan contenta de que su mamá estuviera ya tranquila, tan sola.
Y me deja pensando en el papá de Gil -que también es papá de Lu-, saliendo del crematorio con las cenizas de su hijo entre los brazos, abrazándolas tan orgulloso, con tanto amor, caminando firme en medio de la gente. Gil tenía un tumor del tamaño de una pelota de beisbol en su cabeza. La última operación que soportó fue la que le hicieron consciente, con el cerebro expuesto. Un amigo suyo entró a la sala de operaciones y por instrucciones del médico le hacía preguntas para verificar que respondía adecuadamente mientras le extraía porciones del tumor. Iba contestando bien hasta que le preguntaron dónde vivía y respondió "rojo". Ahí detuvieron la operación.
Meses después, justo en el cumpleaños de Lu, días antes de Navidad, lo internaron de emergencia. Esa noche llegué al hospital minutos después de que Gil presentara muerte cerebral. Lu, con toda su fortaleza, estaba feliz, dichosa de que su hermano hubiera descansado después de años.
Y me deja pensando en cómo solemos apuñalarnos la cabeza inventando sufrimientos y angustias cuando hay tantas llagas expuestas y reales alrededor.
c c |10:05 a.m.
miércoles, febrero 18, 2004
Encontramos a Camila un sábado, en el estacionamiento. La salvamos de las patadas de un niño y del frío terrible de esa noche. Le dimos comida, le pusimos un suéter, le dimos agua. Al principio no quería, sólo nos veía con sus ojitos cafés y las orejotas levantadas, llena de miedo. Durmió en el tapete de la puerta y días después nos sacudía el rabo para que nos acercáramos.
Goonie era la perrita de Marina. La rescató cuando la atropellaron y quedó malherida a una calle de su casa. Vivió unos 8 años más, bien alimentada y bien querida por Marina y su hijo Alan. Murió en paz, tranquilita, una semana antes de que encontráramos a Camila.
Marina me dice que Camila es una belleza, hace travesuras y se porta mal, pero a cambio le da ternura y le da cariño y le da unas miradas que la persuaden de usar el periódico. Alan también la adora.
Lo que no ha logrado Marina en estas semanas es sacarla a pasear. Apenas siente el collar y mira la puerta abierta, Camila se sienta, tiembla, se resiste a caminar. Marina todavía no la convence de que es sólo un paseo, de que no la abandonará en la calle. Y Camila se aferra. Le gusta tener casa.
Después del choque de esta mañana, Esteban se pone a recordar los accidentes más terribles que ha visto en su vida. Primero vio a una chica que se reventó la cabeza contra un poste, cuando la puerta del VW Sedan en que venía de copiloto mientras su novio manejaba a velocidad excesiva, se abrió y ella se quedó colgando con un pie atorado en el estribo. Luego, cuando sólo por morbo y para contarlo después a sus amigos, se pasó por debajo del camión materialista que se subió a la banqueta y aplastó contra la pared a unas 5 personas que esperaban su transporte en una esquina de la Peralvillo. Y dice que hasta la fecha recuerda claramente a uno de los infortunados, que quedó como sentado en el borde del muro, con el cuerpo totalmente deshecho, los ojos muy abiertos, fríos, los calcetines azules y los zapatos cafés.
O el camión que cayó justo sobre el automóvil que venía delante del suyo, en medio de la carretera, y Esteban y otros conductores se detuvieron y se acercaron para ver si podían hacer algo, pero el camión era demasiado pesado y dentro del auto aplastado no había más que silencio, e hilos de sangre que salían por los estribos, entre las ranuras de las puertas.
Pero el accidente que más le horrorizó, lo vio cuando tenía unos 15 años. En ese entonces, en las calles del Centro Histórico todavía pasaban tranvías. Él estaba en una esquina, mirando hacia la calle de enfrente, donde la gente esperaba el camión y el tranvía daba vuelta en "U". Había una joven, de cabello largo y oscuro. El tranvía que pasó en ese momento, llevaba una lámina despegada de la carrocería, de manera que un extremo quedaba al aire. Lo que Esteban vio después fue algo que voló y rodó metros adelante. En segundos, reconoció los cabellos oscuros y el rostro de la chica. Regresó los ojos buscando el cuerpo y lo encontró dando un par de pasos, las manos tratando de detener los borbotones que salían por el cuello cercenado, en un doloroso reflejo de conciencia última. Primero cayó hincada, luego extendida vientre abajo sobre el pavimento. La cabeza, metros atrás. Esteban no pudo comer ni dormir durante días.
Asnulfo cumplió un año. Hace 7 meses fue salvado por los bomberos de la estación norte de Tlalnepantla, cuando fue atropellado en El Olivo. "Le sangraba su boca, nariz y las patitas", cuenta el sargento Zavala. Improvisaron una camilla y llevaron a la cría de 3 meses a la estación. Nadie lo reclamó y se convirtió en la mascota oficial. Come lechuga, cebada y alfalfa y no lo prestan para pastorelas ni lo venden. Le gusta revolcarse como hacen los 2 perros que también viven en la estación y con los que juega a tirarse mordidas. Y todos los días Asnulfo rebuzna a las 6 de la mañana, a coro con el toque de la chicharra que señala a los bomberos que es hora de formarse para pasar lista.
c c |11:17 a.m.
martes, febrero 03, 2004
Mauricio es barrendero en el Centro Histórico. La mañana del jueves pasado comenzó su ronda como siempre, en la Plaza Loreto. Vio un bulto oscuro debajo de una banca. Lo golpeó con la escoba y lo sintió blando. Lo golpeó más fuerte y sintió duro. Se decidió a abrir la bolsa negra de basura. Mauricio corrió hacia la ambulancia que en ese momento pasaba por ahí, para informarles que dentro de la bolsa negra estaba el cadáver de una mujer con las piernas cortadas hasta la rodilla, sin manos ni antebrazos, y sin cabeza. La occisa tendría entre 25 y 30 años, medía 1.60 y le fue practicada una cesarea. La policía aún busca los miembros faltantes.
Una pareja caminaba por la orilla del río Xochimilco cuando observaron con detenimiento varios costales con materiales para construcción: entre ellos se mezclaba una hilera de huesos y había pequeños charcos de sangre alrededor. Los huesos eran parte de la columna vertebral de una mujer de unos 30 años. Su cuerpo fue envuelto en papel y puesto dentro de una bolsa negra. Fue devorado por las ratas de la cintura a la cabeza.
Facundo entrevista en TV a embalsamadores de cadáveres. Ante una plancha donde está el cuerpo de un hombre mayor, cuya cara cubre un pudoroso efecto de cámara, el embalsamador recuerda su anécdota más terrible: le llegó el cuerpo de una joven al que procedió a extraerle todo, sangre, órganos, líquidos, y rellenarlo con lo consecuente. La tenía sentada, ya vacía, cuando de pronto lanzó un aullidito prolongado, que duró unos dos minutos, una "a" larga y sin interrupciones que el embalsamador escuchó atónito, mirando los ojos fríos y el cuerpo hueco de la chica.
Doce cuerpos sepultados a un metro de profundidad y tres bultos de ropa. Los cadáveres desnudos, torturados, asfixiados con bolsas de plástico, cubiertos de barro y cal en el patio de una finca en el Fraccionamiento Las Acequias, en Ciudad Juárez. Su estado de descomposición era tal, que los forenses tardaron horas en recabar evidencias muy cuidadosamente, para no desprender órganos ni miembros. Doce muertos más que se suman a la cifra de cientos, que nadie conoce bien a bien, en Ciudad Juárez.
Pepsi ofrece premios en sus taparroscas de hasta un millón de pesos. Luis tenía 40 años y era chofer de un camión repartidor de la marca. Esa mañana de lunes recorría Iztapalapa cuando tres hombres armados le salieron al paso. Luis no quiso bajarse del camión y recibió un disparo en el pecho que le causó la muerte camino al hospital. Según las averiguaciones, la intención de los ladrones era robar el camión para hacerse de las taparroscas.
c c |5:44 p.m.
martes, enero 27, 2004
Hace unos 20 años que Paty hace eutanasias de perritos callejeros y malheridos. Ella cuenta las experiencias que la marcaron. Primero, Lluvia. Era una perra alta que vivía en una casa acomodada. Paty y otro chico fueron llamados para eutanizarla, porque la dueña quería un cachorro nuevo. Y la dueña le grita desde el patio de abajo, y Lluvia se asoma por el barandal y mira a su dueña y a las visitas. Y Lluvia baja la escalera de caracol a toda prisa, para saludar a los recién llegados, y casi no puede contener su cola. Y la dueña le dice a Paty que ya puede hacerse cargo. Y Paty mira a Lluvia, toda llena de vida, toda contenta porque la dueña la llamó a saludar, y le pide al chico que lo haga. Y Lluvia se va durmiendo despacito, contenta como estaba, poco a poquito. Y la dueñaa mirando todo muy complacida porque después de eso ya tenía espacio para el nuevo.
El cocker del metro Popotla que Gualus y Paty encontraron malherido, atropellado, y después de dos raciones de medicamento, se resistía a ser dormido. En la tercera ya no pudo más con su dolor y el efecto, y al fin se dio. Gualus y Paty quedaron intrigadas porque no quería irse. Preguntaron a la gente de los puestos de dulces: resulta que su dueño fue arrestado y cuando se lo llevaron, el cocker se quedó ahí, esperando a que volviera.
Una vez Paty, Gualus y el doctor Salinas tuvieron que dormir a 27 perritos, algunos malheridos, otros desnutridos. Los recogieron por varias calles en su VW rojo. Conforme iban dándose, metían los cuerpecitos en bolsas negras de basura, antes de que comenzaran a fluir sus líquidos. Subieron a los 27 otra vez en el VW. Algunas bolsas tenían agujeritos, y Paty y Gualus veían las aguitas regándose y mezclándose en el piso del auto, en los asientos. Los llevaron al contenedor de basura, unas fosas profundas donde se descargan los camiones recolectores. Estaban vacías, así que cada bolsa producía un golpe sordo al tocar fondo.
c c |10:24 a.m.
sábado, enero 24, 2004
Francisco tiene 45 años y vivía con su padre en la comunidad de Las Galeras, en Michoacán. Cuando atacó a su papá con un machete y un fierro que usaba como asador, los vecinos avisaron a la policía.
Las autoridades encontraron a Francisco cuando ya había partido la cabeza del cadáver, bebido de su sangre y estaba comiendo la masa encefálica.
Francisco declaró que intentaba beber la sangre de su padre para purificar su cuerpo.
Y Juárez dice que lo encontraron con las manos en la masa.
c c |2:20 p.m.
Marco era contador del cine Bella Epoca, en la colonia Condesa, pero perdió su trabajo cuando la sala cerró. El dueño del cine le permitió vivir ahí, junto con Raquel, su esposa. En 2002 Raquel parió a su hija Dana en el baño de hombres.
El 28 de diciembre pasado la policía encontró, en el cuarto de la colonia Agricultura que Marco y Raquel habitaban desde hacía un mes, el cadáver de un bebé de 3 meses dentro de una olla de tamales, todo cubierto con cal. Persevale se broncoaspiró. Dana, de un año y meses, estaba a un lado, en una cajita de cartón.
Raquel escribió una carta para su hermano antes de que la pareja abandonara a sus hijos. Le pidió que cuidara a Dana, que no se la diera a la abuela porque ella y Marco se suicidarían en un bosque lejano.
La necropsia no reveló golpes ni maltrato. Dana estaba un poco desnutrida y rozada. La pareja no ha sido localizada hasta ahora.
"Cuida a mi hija, mi madre nunca me quiso, menos ahora, siempre te querré hermano, cuida a mi hija por favor, donde vamos no podemos llevarla, por favor no la lleves con mi mamá, quédatela. No es que no la quiera, es que no puedo ya cuidarla porque ya no quiero vivir más y eso nadie lo comprenderá sólo alguien que haya amado mucho un hijo y se le muera".
c c |2:14 p.m.
Paula dice que su marido, Adrián, la obligaba a pegarle a su hijo Jorge, de 5 años, con un cable. Adrián dice que los golpes que le dio en la cabeza fueron porque el niño se fue a dormir sin permiso. Y Marco Antonio, el tío, lo violaba. Jorge murió en la Cruz Roja de Tijuana.
c c |1:55 p.m.
viernes, enero 09, 2004
Juan José residía en Nuevo México, pero hace unos días cruzó la frontera para ir a Chihuahua, su ciudad de origen, al sepelio de uno de sus familiares. Ya en Chihuahua llamó a su familia para averiguar cómo llegar al domicilio. Fue su última comunicación. Horas después, Juan José fue encontrado en la cajuela de un auto con 8 certeros piquetes en el corazón. Le robaron el dinero que llevaba y algunas joyas.
c c |11:42 a.m.
Dulce tiene una hamster zen. Se llama Lucha. Se queda muy quieta, en contemplación, durante horas, aún cuando su hermana Dora le corre por encima, le muerde la cola y la empuja con dos de sus patitas. Lucha ni se inmuta. Lucha y Dora llegaron a la casa con unos cuantos días de edad. Fueron el regalo de una Amiga.
Amiga está recién casada. Tuvo una depresión profunda cuando perdió al bebé que esperaba con tanta ilusión. Ella y su marido se encerraron varios días en casa, solos, sin ver a nadie. El le regaló un par de hamsters que pensaba machos. Amiga fue aliviando su depresión en las ratas que pocas semanas después le ofrecieron lo que ella no pudo concretar en sí misma: tuvieron 10 bebés que Amiga cuidaba como si fueran suyos.
c c |7:39 a.m.
jueves, enero 08, 2004
A Marcos "El Cinco Patas" se lo dijo uno de sus amigos: su esposa Virginia tenía relaciones con alguien más. Marcos decidió enfrentarla. Virginia le confesó que hacía 6 meses tenía una relación con un vecino del barrio. La policía encontró el cadáver de la mujer en el interior de la casa, en Ciudad Neza. Marcos la golpeó hasta derribarla al suelo, le apuñaló el estómago con un cuchilllo de 30 centímetros y se fugó.
"El Cinco Patas" regresó ayer a su casa por sus pertenencias. Ahí lo detuvieron.
c c |5:46 p.m.
martes, diciembre 23, 2003
Los vecinos avisaron a la policía sobre el mal olor de un departamento de la calle Antonio Solís, en la Obrera. Los cadáveres de cuatro pequeños de 6, 4 y 3 años y 6 meses de edad estaban en franco estado de descomposición. Dulce María tenía 24 años, era bailarina en un table dance de poca monta y era madre de los cuatro. Mientras trabajaba y dormía, la niña de 6 cuidaba a sus hermanos. El 14 de diciembre Dulce María asfixió a sus cuatro hijos luego de una pelea con su pareja actual. Salió muy temprano y caminó dos cuadras hacia el metro Chabacano. Fue la última vez que los vecinos la vieron.
Martha, la mamá de Dulce, acudió ayer al Servicio Médico Forense para reclamar los cadáveres de sus nietos. Le pidieron que mirara el cuerpo de una mujer que había sido arrollada por un convoy del metro en la estación Chabacano a la que no habían podido indentificar porque no llevaba ningún documento y cuya media filiación coincidía con la de su hija.
Martha reclamó 5 cadáveres.
c c |10:00 a.m.
Dehesa cuenta.
Su amigo el Gordo, doctor de profesión, se aventuró a revisar la regadera que lanzaba agua en todas direcciones por capricho. Su esposa, la Gorda, le había insistido tanto. Estaban ambos mirando qué pasaba pero ella tenía que salir. El Gordo se quedó examinando la escena hasta que se dio cuenta de que sus capacidades no incluían la plomería. Llamó al Pulpo que prestamente se apostó ante la poseída regadera. Con toda su experiencia de plomero argumentó que tenía que asomarse al registro, un hoyo negro y profundo donde metió la cabeza. El doctor lo dejó hacer y se retiró del baño.
Llega la Gorda y pasa inmediatamente al baño. Ve al hombre, que supone su marido, con la cabeza metida en el registro. Extiende la mano y le acaricia non santa parte al tiempo que dice cariñosamente "¿dequénchon estas bolitas?" El Pulpo, concentrado como estaba en las tuberías, pega un grito, intenta sacar la cabeza, pero el tremendo golpe lo desploma ensangrentado sobre el piso del baño. La Gorda pega un grito más potente aún cuando descubre que el objeto de su lascivia era un hombre equivocado, el aplicado plomero que yace con el cráneo fracturado sobre el azulejo.
Después de la ambulancia, la hospitalización y las puntadas, la Gorda le dice al Gordo que él tiene la culpa por vestirse con puras garras y ponerse tenis chafas cuando está en la casa.
Dehesa sufre.
c c |9:52 a.m.
jueves, diciembre 18, 2003
Sebastián tenía 24 años. Fue idea suya jugar a la piñata con sus hermanos, una niña de 13 y un niño de 8. Dejó que lo ataran de pies y manos y aceptó la soga en el cuello. Los niños cantaban "dale, dale, dale" y golpeaban a Sebastián mientras él se balanceaba desde un travesaño de su casa, en Yucatán, convencido como estaba de su papel de piñata humana. Entre los golpes y las risas Sebastián se tropezó. La cuerda en su cuello se apretó. Cayó al suelo con manos y pies atados. Los niños trataron de levantarlo y desatarlo.
Al escuchar los gritos, los papás corrieron a donde estaban sus tres hijos. Cortaron la cuerda. Trataron de reanimar a Sebastián. Fue inútil. Sebastián murió asfixiado frente a sus hermanos.
c c |11:52 a.m.
Ayer murió el policía López, con la cabeza atravesada por una bala.
c c |11:15 a.m.
Con las válvulas cardiacas, el hígado, los riñones y las córneas que los papás de Yahir -que tenía 11 años y una deficiencia congénita en el cerebro- decidieron donar del cadáver de su pequeño, recuperarán la vista o simplemente sobrevivirán unas 6 personas.
c c |11:03 a.m.
viernes, diciembre 12, 2003
El policía preventivo Salvador López recibió un balazo en la sien izquierda. Perseguía a dos hombres que minutos antes habían asaltado a una señora en el Centro Histórico, cerca de Garibaldi. Con la cabeza atravesada por la bala y la masa encefálica expuesta, fue trasladado en helicóptero a un hospital privado en la colonia Roma. Y está vivo.
c c |11:27 a.m.
Ernesto escuchó disparos cerca de su casa en la colonia Forestal y salió a ver.
Una riña callejera.
Ernesto murió camino al hospital con una bala perdida en la garganta y 22 años.
c c |10:59 a.m.
Fernando era albañil de oficio. En esta época es difícil para un albañil conseguir trabajo, así que periódicamente se dedicaba a elaborar piñatas para sostener a su esposa María Cristina y sus tres hijos, Ana Carmen, Humberto y Adriana, de 9, 8 y 6 años.
La madrugada de este viernes, el día de Guadalupe, tres hombres entraron a su casa, ubicada en un cerro de San Miguel Topilejo, en Tlalpan. Uno de ellos sujetó a Fernando y lo llevó a la cocina, mientras María Cristina y los niños eran amagados en su recámara. Sólo escucharon el disparo que atravesó la cabeza de Fernando. El botín fue de 100 pesos, un teléfono celular y un anillo de María Cristina.
c c |10:56 a.m.
miércoles, diciembre 10, 2003
Cuando la policía llegó, encontró el cadáver en el asiento delantero derecho de un automóvil abandonado. Estefanía había muerto hacía unos 10 minutos frente a su casa, en la colonia Morelos. La bala entró por su sien izquierda y salió por la derecha. Tenía 17 años. "¡Te estoy hablando, hazme caso!", le gritaba su marido, Juan Israel, desde fuera del vehículo. Tiene 24 años. Corrió, subió al auto y abrazó el cadáver ensangrentado, mientras la mamá de Estefanía se aferraba a la portezuela derecha.
Se presumió un suicidio, pero la prueba de radizonato de sodio fue negativa en ambas manos del cadáver. La misma prueba resultó positiva en la mano derecha de Juan Israel, quien además es adicto a la mariguana y a las pastillas psicotrópicas. Estefanía se casó con él 2 meses atrás y tenía 4 meses de embarazo.
c c |9:46 a.m.
Celia y su hija Esther, de 12 años, dormían en su casa de Santa Cruz Meyehualco, Iztapalapa. Celia vivía hace más de 9 años en unión libre con Jorge y tenía otro hijo de 18 años, Leonardo. Cerca de las 4.30 de la madrugada, Jorge y Leonardo llegaron en estado de ebriedad al cuarto donde vivían los 4 por 500 pesos mensuales. A golpes, Jorge molió a Celia y Leonardo a Esther hasta matarlas. El Ministerio Público recuperó las armas que utilizaron: un tabique y una plancha.
c c |9:18 a.m.
lunes, diciembre 08, 2003
Esta mañana fui a buscar la cruz del chico de la bicicleta que fue arrollado por la pipa de agua y que me contó Peter que vio con mi hermana. Es una crucecita blanca, casi en la esquina del camellón, que acaban de remodelar con pasto y reja nuevos. Casi no se ve con el monumento de los rotarios que pusieron justo ahí y el poste del alumbrado público. Se llamaba Francisco Javier Ramírez Castillo y nació en 1969.
c c |9:45 a.m.
jueves, diciembre 04, 2003
La vaca se abalanzó contra la barda y la derrumbó. Salió huyendo del rastro municipal de Reynosa, Tamaulipas, que se encuentra en la avenida más transitada de la ciudad. Cruzó el bulevar a toda carrera y entró a una mueblería donde causó destrozos antes de salir intempestivamente por un ventanal que hizo polvo. Cruzó de nuevo la avenida. Elena, de 36 años, caminaba por ahí con su hija de 2 en los brazos. La vaca la embistió a todo galope.
Elena murió con el pecho y la cabeza deshechos por las pezuñas.
La niña sufrió algunos rasguños al caer.
La vaca se salvó de los matanceros del rastro.
Un oficial la mató con un disparo en la cabeza.
c c |10:53 a.m.
José Alejandro pasó sus últimos 14 días en el Hospital General de San Andrés Cholula, en Puebla. Tenía 2 años. La causa de su muerte fue traumatismo cranoencefálico. Ericka, su mamá, tiene 19 años y lo maltrataba. Dejaba al niño con sus familiares por temporadas, y lo maltrataban. José Alejandro estaba a cargo de sus abuelos cuando murió.
Tenía
el tabique nasal fracturado
heridas en el párpado
cicatrices de quemaduras en el cuerpo
la tibia y el peroné fracturados.
No tenía
las uñas de las manos
ni las de los pies.
c c |10:48 a.m.
c c |10:00 a.m.
martes, diciembre 02, 2003
Peter resultó tener talento para las historias terribles.
Muy cerca de su casa, en Plateros, hay una fábrica de refrescos. Un día vio a un sexagenario que iba cruzando la calle, mientras un camión repartidor de refresco se aproximaba. Al caminar rápido, el señor se tropezó y cayó. Las llantas del camión no tardaron en pasarle por encima. Peter mejor no se quedó a ver.
Otro día, en el paradero del metro Zapata, iba caminando de nuevo con mi hermana y se equivocaron de calle. Al doblar la esquina, se encontraron con un grupo de policías, gente y a la señora que vendía chicles que lloraba. Su hijo estaba ahí, con la cabeza aplastada bajo la llanta de un microbús: el niño jugaba con su globo y se le fue bajo la parte trasera del automotor. A la señal de salida, el chofer arrancó. No podía saber que el niño estaba buscando su globo cerca de la llanta...
Confirmando que sólo historias terribles unen a Peter y a mi hermana.
c c |11:54 a.m.
Rogelio tendría unos 35 años. Nació con parálisis cerebral en un estado al norte del país. Hace dos años salió de su casa y no supieron más de él, hasta que un día la policía pidió pruebas de ADN de la mamá para cotejarlas con la osamenta que habían encontrado y que coincidía con algunas señas particulares de Rogelio. La policía informó a la familia que, comparando el ADN, efectivamente se trataba de Rogelio. Recibieron los restos, les lloraron, los sepultaron y los visitaban en el panteón en las fechas conmemorativas. Así dos años.
Hace unos días Rogelio tocó el timbre de su casa e hizo sonar el móvil colgado de la puerta que llaman "alejaespantos". Su mamá casi sufre un ataque cardiaco. Rogelio nomás se perdió. Cuando le preguntan, no sabe decir dónde estuvo ni con quién ni cuánto tiempo.
c c |11:34 a.m.
miércoles, noviembre 26, 2003
mac papi dice:
yo me sé una historia como las que cuentas
mac papi dice:
un día iba yo con tu hermana hacia tu casa
y nos paramos en la esquina de montevideo y politécnico
mac papi dice:
y no sé porqué me le quedé viendo a un tipo que iba en bicicleta
que a su vez estaba viendo a una chica que tenía minifalda
mac papi dice:
el tipo de la bici estaba abajo de la banqueta esperando pasar
pero por estar viendo la minifalda, no vio que estaba yendo una pipa de agua directamente hacia él
mac papi dice:
y de hecho nunca la vio por estar clavado con las piernas
hasta que sintió el golpe y la pipa le pasó por encima
mac papi dice:
las primeras llantas y luego las de atrás
tu hermana y yo estábamos como a dos metros de él
y nos pidió ayuda, como no supo ni qué le pasó nos volteó a ver y estiró la mano
mac papi dice:
pero pues
mac papi dice:
cómo lo jalas o qué haces
y en cuestion de segundos se le inflamó el estómago
y esperábamos que la pipa se detuviera y no lo hizo
hasta que lo detuvieron adelante
mac papi dice:
tu hermana y yo nos fuimos pero ahí hay una cruz ahora
mac papi dice:
yo lo vi todo y sé porqué no vio el camión
y a veces pienso que si le hubiera dicho algo no se hubiera muerto
pero yo tenía la esperanza de que volteara
mac papi dice:
y nunca lo hizo
mac papi dice:
tu hermana y yo no hablamos desde ahí hasta tu casa
mac papi dice:
lo que más recuerdo es cómo gritó cuando le pasaban las llantas
c c |11:01 a.m.
martes, noviembre 25, 2003
Margarita recuerda dos historias al conversar sobre mujeres asesinadas por sus maridos:
Rosa María vivía muy humidelmente en Ecatepec con su esposo taxista y sus tres hijos pequeños. En diciembre pasado, después de una discusión, el taxista la roció de gasolina, le prendió fuego y huyó. Como pudo, Rosa María se apagó las llamas y abordó un bicitaxi que la llevó a la estación de policía. Ahí la trasladaron a un hospital de urgencias del Seguro Social, donde a pesar de sus quemaduras de primero, segundo y tercer grado, no la recibieron por no ser derechohabiente. La atendieron en un hospital de beneficiencia del DF. Durante varios meses estuvo consciente, pero muy grave. Todos los días preguntaba por sus hijos, pues el marido había amenazado con matarla a ella y después a los niños. Hace unas semanas salió del nosocomio y declaró su miedo y su desesperación porque no puede trabajar con las manos como le quedaron, deshechas por las quemaduras. El taxista fue aprehendido. Declaró que después de la discusión, ella misma se había rociado con la gasolina y provocado el fuego justamente para culparlo a él.
Para Margarita queda claro: si Rosa María sobrevivió, fue por sus hijos.
Una madrugada de abril, los vecinos de la tienda de la esquina despertaron a la dueña porque de las ventanas de la casa, acondicionada como local, salía mucho humo. Ahí vivían su hija con su marido -ambos de unos 25 años- y su nieto, de unos tres años. El joven la celaba y la golpeaba. Después de mucho esfuerzo, la señora abrió la puerta que estaba atorada con cajas de refrescos, sólo para encontrar la recámara del matrimonio en llamas y los tres cadáveres. En un ataque de celos, él golpeó a la joven, la sujetó a la cama, la asfixió y prendió fuego al colchón. Después colgó a su hijo en el clóset. Finalmente ató varias corbatas y se ahorcó.
Margarita no compra más en esa tienda porque ledanoséqué encontrarse con la señora.
c c |4:58 p.m.
Reforma publica 7 casos más de mujeres asesinadas por sus esposos: 4 murieron asfixiadas o estranguladas, 2 en asaltos fingidos, y una más a golpes. El motivo, en 4 de los casos, fueron celos o violencia intrafamiliar; en los otros 3, cobrar los seguros de vida. Los montos: 400 mil dólares, un millón de pesos (cerca de 100 mil dólares) y 400 mil pesos (unos 40 mil dólares).
c c |4:24 p.m.
Por la tarde, Mauricio reportó que su esposa, Mariana, estaba desaparecida desde esa mañana de junio, cuando salió de su casa en San Jerónimo para llevar a su hija a la escuela. Después pasaría a la tintorería, al supermercado y de nuevo a la escuela. Pero desapareció. Dos días después el cadáver de Mariana fue encontrado dentro de su camioneta: fue golpeada en todo el cuerpo, incluso con el bastón que usaba para asegurar el volante. El resultado de la necropsia: traumatismo craneoencefálico y asfixia por estrangulamiento. Había manchas de sangre en todo el interior del auto.
Mariana usaba braquets en forma de estrella.
A pesar de que Mauricio tenía rasguños, moretones en los brazos (dijo que se había lastimado en un partido de futbol) y heridas en los nudillos con forma irregular (dijo que se había rasguñado al sacar la motocicleta de sus hijos; el peritaje presume que pudieron ser causadas por los braquets), la pruebas no fueron suficientes y fue dejado en libertad.
Las amigas de Mariana recuerdan sus conversaciones. Mauricio intervino sus teléfonos, la seguía, la golpeaba, la amenazaba.
¿Qué pasaría si te mato?, le preguntó un día.
c c |4:15 p.m.
Abigaíl tenía 7 años y Karla 6. Sus papás eran amigos desde que eran muy pequeñas, así que hacían la tarea y jugaban juntas. El fin de semana, Concepción, la mamá de Abigaíl, convenció a los papás de Karla para que la dejaran ir con ella y sus 3 hijos al desfile navideño que organiza Coca-Cola en avenida Reforma. A la altura del Auditorio Nacional, los cuatro niños y la mujer intentaron cruzar la avenida. Dos microbuses les dieron el paso en los primeros carriles. En el tercero, una camioneta Mercedes Benz gris rebasó y arrolló a las niñas. Abigaíl murió en el pavimento; Karla, camino al hospital. Concepción fue golpeada en el rostro con el espejo retrovisor.
Asustados, Alvaro e Israel, los dos hermanos de Abigaíl, corrieron entre la gente que esperaba el inicio del desfile. Algunos testigos los alcanzaron y trataron de tranquilizarlos. Alvaro les pidió 10 pesos y un boleto del metro para ir a su casa y avisar a su papá. Hoy Alvaro asegura que, después de golpear a las niñas, el conductor de la camioneta aceleró y les pasó las llantas por encima.
c c |3:39 p.m.
lunes, noviembre 17, 2003
Empacábamos para salir huyendo del hotel de NY.
Llegó un hombre rubio, de cabello largo hasta los hombros.
Disparó rápido, con puntería, en nuestras frentes. Primero Tere.
Me sentí caer y no vi más que negro. Aturdimiento.
La detonación se prolongó en un zumbido agudo, pero estaba muy dentro de mis oídos.
"Así es como se siente".
Sin tiempo para el miedo, mucho menos para repasar la vida. Todo en instantes, todo simultáneo.
Segundos en negro.
Mi cabeza sobre mis brazos sobre la mesita del hotel y pude abrir los ojos.
También Tere.
No había sangre, sólo los agujeros quemados justo en medio de los ojos.
El aturdimiento. Los ojos colgados como cuando no se duerme en días.
La vista como de angular. Repetía mi nombre, mi dirección, más nombres.
No quería dejar que mi cabeza se detuviera. Llevaba la bala adentro y no sentía dolor.
Y nos mirábamos las frentes reventadas.
¿Cómo
habrá
sentido
ella
esa
muerte
pequeñita?
c c |9:41 a.m.
domingo, noviembre 16, 2003
El reportero narra el accidente: un automóvil gris de lujo arrolló a un joven motociclista que circulaba sin casco por el Viaducto. Las autoridades cubrieron el cuerpo, prácticamente destrozado, con una sábana blanca y subieron al conductor del auto a una patrulla. Minutos después llegó la familia del motociclista, los papás, los primos. Al saber que el conductor seguía en la escena, la familia intentó lincharlo. Entre el zafarrancho, nadie se percató de que el papá caminó hasta el cuerpo de su hijo y descubrió la sábana. Los gritos de dolor, el llanto del papá, se transmitieron claramente en uno de los noticiarios radiofónicos más escuchados del país.
c c |4:05 p.m.
Las cadenas de televisión nacional transmitieron el video tomado por las cámaras del centro comercial: una empleada embarazada, en cuclillas, cambia el dinero del cajero mientras es custodiada por unos 3 hombres de seguridad bancaria. De pronto, los custodios se ven desconcertados y corren a los lados. Simultáneamente, el rictus de la mujer es clarísimo al sentir la bala que le entra por la espalda. Abre las manos y viene el espasmo del segundo impacto. Da un medio giro y cae sobre la espalda herida. La siguiente escena son los asaltantes tomando el dinero del cajero mientras la mujer yace con las manos sobre el vientre.
c c |4:03 p.m.
Elpidio se hizo de ahorros mientras trabajó de bracero en Estados Unidos. Regresó, compró una camioneta para vender pan por las calles y hace unos días fue al banco a retirar sus ahorros, 22 mil pesos que invertiría en una panadería. Al salir del banco, su esposa y él se dividieron el dinero en bolsas y subieron a su camioneta. A unas cuadras de su casa, en Iztapalapa, dos hombres rompieron los vidrios laterales y los encañonaron. Sin resistencia, ella extendió la bolsa de dinero al ladrón. La tomó y, al huir, disparó contra el panadero. La bala no lo alcanzó a él, sino al otro asaltante que reaccionó disparando a quemarropa en la sien izquierda de Elpidio. Horas después, el panadero sufrió muerte cerebral.
c c |3:38 p.m.